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Channel: mirar – El artista del alambre
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trenes a los que nunca subimos

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trenes a los que nunca subimos

Todos nuestros sueños eran pequeños y manejables. Como si ya entonces nos diese miedo pedir demasiado a una vida que, incluso desde nuestra recién terminada adolescencia, era fácil sospechar que no sería gran cosa. Como casi todas las vidas, cierto, pero eso es algo que lleva mucho tiempo admitir. Toda una vida en concreto.

Y esa vida se nos fue llenado de trenes a los que nunca subimos. Los vimos pasar desde el andén y les dijimos adiós con el pañuelo mientras no dejábamos de soñar en cómo habría sido estar en ellos. Vendrían otros trenes, nos decíamos para darnos ánimos, para no tener que pensar, para… Qué huecas y tristes me suenan ahora esas palabras.

Algo de sexo los fines de semana, con cariño pero sin demasiados fuegos de artificio. Un trabajo de sentarse a ver pasar números tras la pantalla y poco más… aquellas vacaciones en Costa Rica, el pequeño deportivo de tracción trasera. Cosas nimias, manejables, con etiquetas bien colocadas indicando su contenido. No agitar, no volcar, no olvidéis las fechas de caducidad.

Ya entonces nos comportábamos como una pareja que llevaba demasiado tiempo atascada en vía muerta. Una vida sin preguntas complicadas, un dulce dejarse llevar que quizás sea la consecuencia inevitable de todas las vidas felices si logras acostumbrarte. Empiezo a sospechar que ese es el truco a la vez que la condena, lo que te ahoga mientras te salva… acostumbrarse.

Y así se nos fue el tiempo, el poco tiempo que en verdad teníamos, viajando en trenes a los que nunca subimos.


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