Los chicos que olvidaron tomar las pastillas contra la realidad se han atrincherado en la sección de libros prohibidos de la Biblioteca Nacional.
Desde ahí amenazan con dar a conocer al mundo entero todo lo que han leído en las doce horas que llevan encerrados. Sus únicas peticiones para no hacer algo tan desafortunado son que se les permita salir por su propio pie y no volver a tomar nunca unas pastillas que, no olvidemos, son obligatorias para toda la población a partir de los trece años.
Aunque toda conexión con el exterior fue neutralizada desde el primer instante las fuerzas de seguridad han optado por abatirlos antes de que pudiesen cumplir sus terribles amenazas.
El presidente de la nación, en discurso televisado para todo el país, nos ha recordado lo importante que es no desfallecer en nuestra lucha contra todos aquellos que intentan hacer sucumbir nuestro estado de derecho en el más profundo de los abismos.
A continuación ha añadido que todo marcha bien y que pronto seremos más felices de lo que nunca hayamos podido imaginar.