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Channel: mirar – El artista del alambre
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le phare du bout du monde

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Cada vez que el ser humano llega hasta un acantilado inmenso lo primero que hace es plantar un faro para, acto seguido, decretar que ha llegado “al fin del mundo”. Pero dilo en latín, mi alma, que todo queda mejor cuando lo escribes con letras góticas, el finis terrae, el nadir del mundo conocido. Hasta ahí hemos llegado, nada menos, usque ad finem. Señores, desde aquí a la posteridad.

Y así pasa, miras los mapas de los viejos descubridores y te los encuentras llenos de “fines del mundo” que más parecen un monumento al cansancio de sus descubridores.

Ya he caminado mucho, he perdido a la mitad de los hombres que venían conmigo en esta estúpida aventura, las piernas no me aguantan y no creo que viva lo suficiente para recorrer el camino de vuelta. Hemos cumplido, nadie puede exigirnos más esfuerzos. Hagamos el puñetero faro, digamos que es el fin del mundo, que hemos visto al sol caer ante un abismo inmenso y dragones, llenad el maldito mapa de dragones con las fauces bien abiertas para que todo el mundo tenga claro de lo que hablamos.

Pero el mundo no se acaba ahí, nunca se acaba, ni el mundo, ni tus miedos, ni tus desgracias. El mundo, al igual que nuestros errores, es un problema circular que siempre nos lleva de vuelto al punto exacto de partida, al puñetero faro rodeado de dragones.


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