-1.webp)
Nos deslizamos por ese tobogán de incierto final que son los calendarios. Ahí abajo, con las fauces bien abiertas, nos espera otro nuevo y reluciente año lleno de promesas y proyectos que, en su indefinición, nos parecen aún perfectos y alcanzables.
Uno de esos proyectos, quizás el único al que soy capaz de poner punto y final, es el de reunir los textos y fotografías de todo el año para presentarlos en un libro. Un libro que, los que llevan tiempo por aquí ya lo saben, puede comprarse en papel, aquí, o descargarse de manera gratuita, en este otro aquí o, si falla el enlace, aquí (prefiero el primer enlace por no saturar este sitio, que no aguanta muy bien las descargas de mucho contenido. Ante la pregunta del pago, basta con indicar cero euros y permite la descarga sin problemas).
Se trata de un proyecto ya finalizado y que convive con otros muchos proyectos guardados, pero no olvidados, en la trastienda.


Perdonad, creo que me estoy repitiendo, he contado lo mismo demasiadas veces. Supongo que eso son los calendarios: una repetición, una peonza que arrastra el tiempo a su paso y gira siempre en el mismo sitio mientras va dando pequeños saltitos que cambian ligeramente su trayectoria. Nunca sabemos dónde caerá, la única certeza es que no irá muy lejos y que no podrá girar para siempre.
No sabría deciros si el libro de este año es bueno o malo, digno o indigno. Nada más terminar los odio con todas mis fuerzas. Ni tan siquiera me quedo con la copia que pido en papel, la regalo, no quiero tenerla cerca de mi. La tipografía elegida me parece la peor posible, las fotografías pastiches sin vida, las historias… no me hagáis hablar de las historias.

Necesito unos meses para encargar otra copia y hacer las paces con el libro. Lo dejo reposar en la estantería, nos medimos retadores al pasar y me resisto a sus miradas de súplica hasta que, pasado un tiempo, me hago las paces y vuelvo a abrirlo para mirarlo con otros ojos, unos ojos más amables. No, no creo que amable sea la palabra exacta… lo que sea que haga el tiempo con nuestros sentimientos.

Dentro de unos meses os diré si me gusta o no. De momento queda en vuestras manos y en vuestros ojos.
Gracias por seguir ahí, espero no olvidarme nunca de decirlo. Eso no me importa repetirlo las veces que sean necesarias.
