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Channel: mirar – El artista del alambre
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batíscafo Trieste

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Este año sería diferente, me lo había prometido y lo hice en serio, palabra de scout. Sólo quería divertirme y olvidarme un poco de todo, y cuando digo todo, es todo, incluso de quién soy. Una ingenuidad condenada al fracaso, ahora lo sé: no es posible hacerle un regate a la figura que aparece al otro lado del espejo.

Y en esas estoy, poniendo todo mi empeño en no empezar sobria el nuevo año.

El problema, siempre hay problema, es que es una de esas horribles fiestas donde no conoces a nadie y recurres al viejo mecanismo de sentirte especial. Más inteligente, menos adocenada que ese grupúsculo de seres grises tan bien vestidos y tan ocupados con esos trabajos tan importantes. Sus trabajos, sus hipotecas, sus hijos y sus miserias. A la mierda con todos.

Y como el truco no funciona sigues bebiendo un poco demasiado deprisa. Y sigues bebiendo, y te acuerdas de un montón de cosas que no deberían estar ahí, pero ya lo creo que están, con los cuchillos afilados y ni un atisbo de duda entre los ojos. Y sigues bebiendo porque ya da lo mismo y acabas en un rincón anotando a escondidas estas frases inconexas en la superficie de una servilleta de alegres colores.

Este año no. Este año sería diferente. ¿Recuerdas que nos lo prometimos? Siempre nos prometemos cosas que no podemos cumplir.

Hay un salto tan grande entre lo que somos y lo que queremos ser. Un abismo que llenamos con palabras y con sonrisas falsas sabiendo que nunca daremos ese salto, que somos demasiado cobardes para darlo y demasiado estúpidos como para intentar aceptar las cosas como vienen.

No es culpa mía si el truco no funciona. Soy una persona con un sólo truco guardado en la manga, cuando falla no tengo nada.

Hace años no me hubiese importado compartir estas letras contigo, aunque ni tan siquiera creo que te acuerdes de ellas porque nunca fueron gran cosa. Deje de hacerlo cuando descubrí que te daban miedo, que te sentías atrapado en un espacio muy pequeño y amenazador ante ese puñado de palabras tan inofensivas como lo son todas las palabras. Era una sensación extraña, me dijiste, como empezar a desconfiar de la cordura de tu acompañante justo cuando se cierran las puertas de acero y comienza la inmersión en un pequeño batíscafo hacia un abismo del que no se conoce final… Atrapado en las profundidades marinas de mi imaginación, me parece que fueron tus palabras. Creo que me reí al escucharlas… al menos debería haberlo hecho.

Seamos pues sinceros: has montado una fiesta de mierda, perdona que te lo diga. Dijiste que sería una fiesta de época y he debido equivocarme de siglo porque no entiendo nada de lo que veo. Y entre toda esas cosas que no entiendo acabo de descubrir a tu hermana mirándome con dos ojos que son antenas parabólicas. Inútil escapar de la mirada de la gorgona, de esos ojos que todo lo detectan, que te arrancan la pintura hasta dejarte sin camuflaje. Eso ojos me lo susurran sin piedad: vuelves a ser visible para todo el mundo y ya no engañas a nadie. ¿Alguna vez lo hice?, ¿alguna vez quise hacerlo?

Ella tampoco entiende que hago aquí y sospecha que pronto montaré un número porque he bebido demasiado, porque has pasado a mi lado y apenas me has dicho nada y porque me has dejado varada en medio de un montón de gente a la que apenas conozco.

Este año sería diferente. ¿Recuerdas que nos lo prometimos?

¿Por qué siempre me haces prometer cosas que no puedo cumplir?

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